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El Fruto del Espíritu—Parte 2: Paciencia, Benignidad, Bondad

El Fruto del Espíritu—Parte 2: Paciencia, Benignidad, Bondad

— Para leer la primera parte de este artículo, haga clic en Parte 1.

Algunos frutos, como las manzanas y las peras, desarrollan cuerpos fuertes y saludables. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23). Estos “frutos espirituales” no tienen cáscara, semillas o jugo, sino son como “regalos” que Dios nos da y que nos ayudan a servirle y a otros. Los frutos naturales crecen de plantas que son saludables y fuertes. Cuando leemos nuestras Biblias, alabamos con nuestras familias, hablamos con amigos en cuanto a Jesús, etc., somos como árboles altos y fuertes que producen buen fruto para el Señor.

Paciencia

Comencemos con la cuarta virtud del Espíritu en Gálatas 5:22: la paciencia. Si amamos a Dios, aprenderemos a ser pacientes. ¡Ser pacientes es difícil! A nosotros no nos gusta esperar, ¿no lo crees? Ser paciente es aprender a esperar con calma, sin quejarse o molestarse. Dios quiere que seamos pacientes cuando tenemos problemas como enfermedades y tentaciones. Quiere que seamos pacientes con nuestros amigos y familiares, e incluso con la gente que no nos quiere. Dios es paciente con nosotros. Él sabe que cometemos errores, pero nos ama y perdona. Aprendamos a esperar en silencio y con calma la ayuda del Señor para ser pacientes con otros cuando cometen errores.

Benignidad y Bondad

Las dos siguientes virtudes en Gálatas 5:22 son la benignidad y la bondad. Estas palabras tienen significados similares. Pensamos en la benignidad como una actitud, una manera de pensamiento y sentimiento compasivo ante otros. La persona benigna es amable, real, sincera, servicial, consoladora y siempre está buscando maneras de ayudar a alguien. Si somos benignos, trataremos de no quejarnos; sonreiremos más frecuentemente. No nos jactaremos de las cosas que tenemos o que hacemos, sino estaremos dispuestos a compartir nuestras cosas con otros. Si somos benignos, lloraremos con los que están tristes y reiremos con los que se alegran. Estaremos agradecidos cuando suceden cosas buenas a otros en vez de sentir molestia o celos, y trataremos a todos como amigos. Dios está lleno de benignidad, y nosotros podemos ser más como Él si aprendemos a ser benignos.

La virtud de la benignidad (el sentimiento de amor y compasión por otros) puede ayudarnos a aprender en cuanto a la virtud de la bondad. La bondad simplemente significa hacer lo correcto, lo que es bueno. El Salmo 34:8 dice: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él”. ¡Nuestro Dios es muy bueno con nosotros! Nosotros podemos ser como Él cuando hacemos lo que es correcto, cuando hacemos lo bueno. Mostramos bondad cuando decimos la verdad, visitamos a los enfermos, ayudamos a las viudas y a los huérfanos, leemos nuestras Biblias, tenemos devocionales familiares, oramos por los misioneros y hacemos las tareas que nos piden que hagamos. La lista de buenas obras es grande.

Veamos si podemos entender estos “frutos espirituales” de otra manera. Imagina que tienes hambre—¡mucha hambre! Vas de prisa a la cocina para comer lo primero que puedas encontrar. Tu mamá te detiene, y con una sonrisa te dice: “Sé paciente. Espera un minuto. Estoy haciendo algo para ti”. Tú no puedes esperar; ¡tienes hambre en ese mismo momento! Sin embargo, obedeces a tu mamá y esperas calmadamente. Luego ella saca la bandeja de horno llena de galletas. ¡Las galletas han sido hechas completamente en casa, están calientes y se ven deliciosas! No puedes esperar comer una, pero recuerdas que debes tener un corazón benigno, y al pensar en alguien más, haces una buena obra al decir a tu hermano menor que tienes galletas para compartir con él. ¡Eso es paciencia, benignidad y bondad!

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Un Hombre que Entró a la Eternidad Caminando

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