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Ten Cuidado con la Ira

Ten Cuidado con la Ira

¿Alguna vez has sentido ira o enojo? Tal vez has tenido este sentimiento porque no te permitieron ver tu dibujo favorito, porque tu hermano te quitó algún juguete, porque tus amigos en el colegio se burlaron de ti o te trataron mal, o porque tus padres no te compraron algo que querías intensamente. Tal vez te molestaste, sentiste que querías llorar amargamente o hacer un berrinche. Realmente, hay muchas formas en que la gente expresa sus sentimientos de ira o enojo.

¿Te has preguntado si alguna vez Jesús Se airó mientras estuvo en la tierra? Esto puede sorprenderte, pero Jesús lo hizo. Como ser humano, Él tuvo los mismos sentimientos que nosotros tenemos—sintió tristeza, alegría, dolor, y sí, también ira. ¿Recuerdas los relatos de las veces que Jesús fue al templo? Al menos en dos ocasiones (Juan 2:13-22; Mateo 21:12-17), Jesús Se airó contra algunas personas que estaban haciendo del templo de Su Padre una casa de mercado. Ellos estaban aprovechándose de las personas que iban a ofrecer sacrificios a Dios para venderles animales a un precio elevado, como también cambiarles sus monedas extranjeras a un precio igualmente elevado. Ellos simplemente no estaban respetando el templo de adoración, y estaban robando a los adoradores (Mateo 21:13). Jesús Se airó mucho y los arrojó del templo.

Pero la ira de Jesús no fue pecaminosa; fue justificada y regulada por Su carácter santo. No fue una clase de ira debido a un capricho por desear tener un juguete o porque no Se “salió con la Suya”. Su ira fue justificada ya que estuvo enfocada en lo recto, y además, estuvo limitada—sin expresarse de manera pecaminosa.

Sin embargo, ya que nosotros generalmente tenemos problemas en controlar nuestros sentimientos, la Biblia aconseja que debemos ser lentos para airarnos (Santiago 1:19). A veces podemos reaccionar irreflexivamente y decir cosas que no son buenas, o hacer daño a otros. Para controlar nuestras emociones, debemos seguir el consejo de Dios y el ejemplo de Su Hijo.

El apóstol Pablo escribió: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Este versículo enseña que la ira en sí misma puede no ser mala, pero nosotros podemos perder el control de este sentimiento y entonces pecar contra Dios. Tú habrás escuchado a alguien decir que, cuando estés enojado, debes contar hasta 10 antes de decir o hacer algo. Este consejo es bueno, ¡aunque a veces podemos necesitar contar hasta 100!

¿A quiénes lastimamos cuando permitimos que la ira nos controle?

¡A ti mismo! Mateo 12:34 dice que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Por esto es importante guardar nuestro corazón—y esto incluye guardarlo de los sentimientos de ira. Si dejas que la ira te controle, no tendrás tranquilidad. Además, la ira evitará que busques la solución al problema real que está causando que te sientas de tal manera; nadie puede construir algo positivo de lo negativo. La ira descontrolada también afectará la relación con tu familia, amigos y la iglesia, y te alejará de Dios. Los que se aíran fácilmente y por cualquier razón descubrirán que alejarán a los buenos amigos.

¿Cómo podemos controlar los sentimientos de ira?

Aquí hay algunos consejos prácticos:

  • Busca la dirección de Dios. Cuando sientas ira, ora antes de decir o hacer algo. Santiago 1:5 dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.

  • Pide consejos a tus padres. Nuestros padres, especialmente los que son cristianos, quieren lo mejor para nosotros, y ellos no quieren que la ira nos controle. Además, ya que son mayores que tú, entonces ellos tienen más experiencia en controlar este sentimiento.

  • Toma una pausa para hacerte las siguientes preguntas: “¿Qué ganaré al airarme o actuar de tal manera? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de mi comportamiento? ¿Agradaré a Dios con esta actitud? ¿Qué haría Jesús en este caso?”.

  • Lee el Libro de Dios. Dios dice que debemos hacer todas las cosas sin murmuración y contienda (Filipenses 2:14). Dios también nos manda a amar a todas las personas, ¡incluso a nuestros enemigos (Mateo 5:44)!

Dios quiere que actuemos con gentileza, amabilidad, amor y sabiduría. Él dice en Su Palabra: “…siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15). No permitas que la ira te controle; enfócate en lo bueno que Dios te da en la vida. Si alguien te trata mal, recuerda que una palabra gentil puede cambiar el corazón duro. Sobre todas las cosas, confía en Dios y Su Palabra, ya que esto te dará la sabiduría para saber cómo actuar en cualquier circunstancia que se presente.

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