ebherencia
Contenido Información

Categories


Authors

¿Amo las Cosas que Tengo?

¿Amo las Cosas que Tengo?

Los Estados Unidos es un país donde se disfruta muchas bendiciones que la mayoría de gente durante la historia no ha disfrutado. Tenemos suficiente que comer, buena ropa que vestir, casas cómodas, y autos con aire acondicionado que nos llevan adonde queremos ir. Aparte de todas estas comodidades maravillosas, tenemos cientos de otras cosas para nuestro entretenimiento. Tal vez tú tengas una tableta electrónica en que puedes jugar juegos de video o ver películas. En tu cuarto, puedes encontrar muchas cosas que son tuyas—cosas que disfrutas.

Pero aquí está el peligro: Es fácil permitir que esas cosas te hagan desear tener más. Aunque tal vez tienes más cosas de lo que tuvieron muchos niños en el pasado, puedes caer en la trampa de no sentirte agradecido o contento. Así que, aprende a “sentirte satisfecho con las cosas que tienes” (cf. Hebreos 13:5). Es una tentación para nosotros desear más: “Si tuviera ese juego de video; “Si tuviera esa muñeca”; “Si tuviera ese juguete, entonces sería feliz”. La lista de deseos es cada vez más grande. Nosotros generalmente sentimos emoción y alegría por un tiempo corto cuando conseguimos lo que queremos, pero después de poco tiempo, nuestra felicidad disminuye y comenzamos a querer algo más.

La codicia o avaricia es un pecado muy dañino que la Biblia condena. Es fácil caer en esta trampa—lo cual solamente guía a la infelicidad, el dolor y la insatisfacción (1 Timoteo 6:10). Por esta razón Jesús advirtió: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). Tú puedes pensar que, aparte de ir al colegio y a la iglesia, tu vida se trata de jugar y usar las cosas que tienes. Si es así, ¡toma algo de tiempo para pensar de manera diferente! Todas las cosas que tienes son temporales—¡y tu vida en la tierra no se trata de las cosas temporales! No permitas que tu vida se aferre a tales cosas. En cambio, pasa tiempo poniendo en tu mente las cosas celestiales (Colosenses 3:2), pensando en Dios y lo bueno. No podemos ir al cielo si amamos las cosas terrenales más que a Dios y a la gente (1 Corintios 6:10; Efesios 5:5). Así que, ¡sigue el ejemplo de Jesús: “haceos tesoros en el cielo” (Mateo 6:20)!

Una Mudanza de Fe

Una Mudanza de Fe

El Fruto del Espíritu—Parte 2: Paciencia, Benignidad, Bondad

El Fruto del Espíritu—Parte 2: Paciencia, Benignidad, Bondad