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El Enfoque Aprobado por Dios en cuanto a los Animales

El Enfoque Aprobado por Dios en cuanto a los Animales

¿Dónde estaríamos sin la guía de Dios? Sin Dios y Su instrucción para la humanidad, ¿qué realmente sabríamos en cuanto a lo correcto e incorrecto, lo bueno y lo malo? ¿Cómo podríamos señalar a alguien la manera “correcta” de ver el mundo y todo lo que hay en él? ¿Cómo podríamos mostrar que los seres humanos tenemos más valor que la piedras o plantas? Lo cierto es que, sin la revelación de Dios, es imposible tener existencia sensata en la Tierra. Como el profeta Jeremías declaró, “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (10:23).

En este artículo hablaremos de la manera en que los seres humanos deberían considerar a los animales. Pondremos a un lado la manera en que la gente piensa en cuanto a las vacas, los gatos y las cucarachas para descubrir lo que Dios revela en cuanto a los animales. En vez de apoyarnos en nuestra propia prudencia, Le reconoceremos en todos Sus caminos, y Le permitiremos dirigir nuestros pasos (Proverbios 3:5-6).

Afortunadamente, podemos aprender mucho en cuanto a los animales y el hombre en solamente los primeros capítulos de la Biblia. Además de crear todos los cuerpos celestes del universo, incluyendo (¡y especialmente!) la Tierra con todos sus mares y tierra seca, Dios creó a los seres vivos en la Tierra en el tercer, quinto y sexto días. En el tercer día, hizo toda clase de hierbas, plantas y árboles. En los días quinto y sexto, creó a todos los animales—desde los pingüinos y pirañas hasta los ornitorrincos y cuerpoespines. Aprendemos incluso más en cuanto a los animales cuando Dios terminó de crearles.

En Génesis 1:26-28, Dios dijo:

Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Lo que Dios dijo en cuanto a la humanidad en estos tres versículos es muy importante. Si ignoramos esta enseñanza, no tendremos el enfoque apropiado (es decir, ¡el enfoque de Dios!) en cuanto al hombre y su relación con los animales.

Además de enseñar que el hombre debe gobernar sobre el reino animal, Génesis 1:26-28 revela que Dios hizo al hombre y a la mujer a Su imagen, conforme a Su semejanza. Ya que Dios es espíritu (Juan 4:24), y nosotros somos hechos a Su imagen, debemos tener una parte espiritual. De hecho, Hebreos 12:9 hace referencia a Dios como el “Padre de los espíritus”. A diferencia de las plantas y animales, el ser humano es un alma espiritual con un cuerpo físico. Cuando alguien muere, su alma eterna se separa del cuerpo muerto y entra en una vida sin fin (Génesis 35:18).

Cuando los animales mueren, sus cuerpos se descomponen; no hay parte de ellos que siga viviendo. Cuando los seres humanos morimos, nuestros cuerpos se descomponen y regresan al polvo, pero nuestras almas viven para siempre (Eclesiastés 12:7). La Biblia hace referencia a Adán, el primer hombre, como “hijo de Dios” (Lucas 3:38), y a la humanidad en general como “linaje de Dios” (Hechos 17:29). A ningún animal se le describe con tal lenguaje espléndido. Dios coronó al hombre de gloria y de honra, y le hizo señorear sobre “ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar” (Salmos 8:5-8).

Se puede encontrar diferencias adicionales entre los humanos y animales en los siguientes capítulos de Génesis. Las Escrituras implican que, después que Adán y Eva pecaron, Dios mató a uno o más animales para hacer “túnicas de pieles” y cubrir adecuadamente a la primera pareja (3:21). En Génesis 8, aprendemos que el Señor estuvo complacido con Noé por tomar al menos uno de cada animal limpio del arca y ofrecerlo como sacrificio ardiente ante Dios (vss. 20-21). Luego, en el próximo capítulo, aprendemos que Dios dijo a Noé y su familia que todas las bestias, aves y peces serían puestos en sus manos, sirviéndoles como alimento (Génesis 9:2-3).

Ciertamente los animales son creaciones maravillosas de Dios. Los animales enfatizan la existencia y poder del Diseñador. Sin embargo, debemos conservar un enfoque aprobado por Dios en cuanto a los animales. Debemos ser buenos administradores de todo lo que Dios ha creado, pero con los animales, esto involucra el hecho de poseerlos (Génesis 4:2,4), usarlos en el trabajo (Éxodo 20:10), montarlos (Lucas 19:34-36) e incluso matarlos con el propósito de alimentación y vestido—lo cual es permitido generosamente por el Creador y Sustentador de la Vida.

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