Las Cosas Similares No Prueban la Evolución
Por más de 100 años, los evolucionistas han argumentado que las similitudes entre los seres vivos prueban que tales seres comparten un antepasado común. Ya que la aleta de la ballena y la pata delantera de un perro tienen cierta similitud, supuestamente estos dos animales comparten los mismos tatara-tatara-tatara…abuelos. Supuestamente, el ala de un murciélago y la pata delantera de la tortuga también prueban la evolución. Ya que el ADN de los chimpancés y los humanos son similares en aproximadamente el 96%, los evolucionistas declaran: “Nosotros debemos haber evolucionado de la misma criatura parecida a un simio millones de años atrás”.
Los creacionistas no niegan las muchas similitudes que existen entre las varias clases de vida animal en la Tierra, e incluso entre los animales y humanos. De hecho, las similitudes entre los seres vivos calzan perfectamente con el enfoque creacionista. Se debería esperar tales similitudes entre las criaturas que beben la misma agua, consumen la misma comida, respiran el mismo aire y viven en la misma tierra. Las características comunes entre los seres vivos tienen sentido si es que todos compartimos un Creador común.
Los humanos y los chimpancés tienen ojos, lenguas, narices, oídos, pies, piernas y cabello. Entonces, sin duda nuestro material genético debe ser similar. Pero incluso las esponjas marinas, las cuales los científicos pensaban que compartirían solamente uno o dos por ciento de ADN, realmente comparten alrededor del 70% de nuestro ADN. Aunque no lo creas, el gusano nematodo comparte el 75% de nuestra composición de ADN, pero obviamente, no somos similares.
Realmente estas similitudes nos enseñan algo en cuanto a la naturaleza amorosa de nuestro Creador. Piensa en esto: la vida humana es más valiosa que todas las otras formas de vida (Génesis 1:26-28; 9:1-6). Pero ya que Dios creó un mundo donde el hombre puede estudiar, matar y experimentar con formas de vida genéticamente similares, pero no humanas (por ejemplo, esponjas marinas y chimpancés), los seres humanos pueden aprender más en cuanto al cuerpo humano sin tomar la vida de los humanos—aquellos que son creados a la imagen de Dios. Las similitudes no prueban un antepasado común, sino muestran que existe un Diseñador común.
En resumen, aunque probablemente leerás en cuanto al argumento evolucionista sobre las “similitudes” en casi todos los libros de texto que abordan la Teoría de la Evolución, esto no prueba de ninguna manera que la teoría sea verdadera. En cambio, esto simplemente es otro ejemplo de la interpretación defectuosa de los evolucionistas en cuanto a los hechos de la vida—hechos que los creacionistas aceptan abiertamente y explican lógicamente.
Derechos en español © 2018 por www.ebherencia.org. Traducción por Moisés Pinedo. Título original en inglés, “Similar Things Do Not Prove Evolution”, en Discovery, 22[7]:56.