Lo que He Aprendido de Jesús en cuanto al Dinero
No sé mucho en cuanto al dinero, pero lo que sé lo aprendí de Jesús.
A Jesús Le importa el dinero.
Muchas de las parábolas de Jesús se relacionan al dinero (por ejemplo, la parábola del Hombre Rico, la Moneda Perdida, los Talentos). A Él Le importa ya que, como cualquier otro buen don, el dinero viene de Dios (Santiago 1:17).
En una ocasión durante Su ministerio, Jesús estaba cerca del arca de las ofrendas del templo y miraba cuando los ricos echaban mucho dinero en él. Luego vio que una viuda pobre echó dos blancas. Él dijo a Sus discípulos: “esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento” (Marcos 12:43-44). Dios apreció el dinero de la viuda tanto como el dinero de los ricos; de hecho, ella dio “más” que los otros. Cuando das a Dios, esto muestra que Él te importa y que te importa lo que Él hace por ti. A Dios Le importa lo que das, como también la manera en que usas lo que Él te da.
Si no tienes dinero, ¡ve a pescarlo!
Cuando Pedro vino a Jesús para preguntarle sobre el dinero para el impuesto del templo, ¡Jesús le dijo que fuera al mar a pescarlo! Pedro fue al mar y atrapó un pez, y cuando abrió su boca, ¡encontró una moneda dentro (Mateo 17:24-27)! Ya que era Dios, Jesús podía haber hecho aparecer dinero milagrosamente, pero hizo que Pedro “trabajara” por esto. Ya que todavía eres un niño, puedes no tener mucho dinero, o tal vez puedes no tener nada. Pero probablemente hay maneras en que puedes ganar algo de dinero, como hacer quehaceres extras o ayudar a otras personas. Tampoco consideres tus propinas como un derecho. Si aprendes a trabajar a una edad temprana, te beneficiarás de esto.
Se ahorra “dinero” mejor en el cielo.
No necesitamos enfocarnos demasiado en las posesiones o en las cosas de este mundo, como el dinero. Mateo 6:19 dice: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan”. Al final, a Dios no Le importará si tuviste las mejores cosas o mucho dinero; todo lo que importará es si fuiste obediente a Él. Dios quiere que disfrutes las cosas de la tierra, pero que no te distraigas por ellas. Quiere que te enfoques en la meta de llegar al cielo. Mientras haces las cosas que Dios quiere que hagas, estás haciendo tesoros en el cielo (Mateo 6:20).
El dinero no es un buen amo.
No podemos servir a Dios y al dinero (Mateo 6:24). No debemos amar el dinero más de lo que amamos a Dios o de la manera en que amamos a Dios. Primera a Timoteo 6:10 dice: “raíz de todos los males es el amor al dinero”. El dinero en sí mismo no es malo, pero no debemos poner nuestra confianza en él o dejar que controle nuestras vidas.
Hubo un joven rico que vino a Jesús en Mateo 19:16-30 y Le preguntó lo que debía hacer para ser salvo. Cuando Jesús respondió que necesitaba vender sus posesiones para seguirle, él no estuvo dispuesto a hacerlo. El joven perdió la oportunidad de encontrar lo que vino a buscar en Jesús: ¡la salvación! Nuestras posesiones no son más importantes que seguir a Dios. Al final, no llevaremos nuestras posesiones a la siguiente vida.
No debas dinero.
En Mateo 17:24-27 vemos que, aunque Jesús, como el Hijo de Dios, no tenía que pagar impuestos para el templo, lo hizo para no “ofender” a aquellos que todavía no creían en Él (versículo 27). En Mateo 22:15-21, enseñó que es correcto pagar los impuestos debidos.
¿Alguna vez has estado en una tienda y has visto algo que querías y dicho a tu mamá o papá que le pagarás después por eso? Idealmente, deberías pagarle tan pronto como fuera posible; es importante que cumplas tus promesas. Tal vez no debas dinero, pero puedes haber prestado algo de un amigo. No olvides devolver lo que prestas. Deber dinero puede causarte muchos problemas en el futuro, así que asegúrate de pagar tus deudas.
No necesitas mucho dinero para servir al Señor.
Si consideras nuevamente la historia de la viuda (Marcos 12:41-44), puedes ver que ella no era rica como otros, pero todavía dio lo que tenía. Aparte de dar dinero, hay muchas maneras en que puedes dar a Dios. Por ejemplo, puedes dar tiempo y atención en la adoración. Además, ayudar a los necesitados y visitar a los enfermos puede no requerir dinero. Otra cosa que puedes hacer es simplemente leer y estudiar la Biblia, y orar por otros. Tal vez tu familia tiene un tiempo de estudio bíblico familiar en las mañanas o en las noches; esta es una buena oportunidad para mostrar a Dios que Te importa y que quieres aprender más de Él. Tú también necesitas aprender a compartir lo que tienes con otros, sin importar lo poco que sea (Mateo 10:42).
Usa tu dinero sabiamente.
El hijo pródigo es un buen ejemplo de la manera en que no debes usar tu dinero (Lucas 15:11-32). Él pidió su herencia temprano. Después que su padre se la dio, dejó su hogar. Cuando hubo gastado todo, llegó una hambruna en el lugar y comenzó a faltarle (versículo 14). Tú necesitas cuidar el dinero que se te da y usarlo sabiamente. Necesitas aprender a separar algo para Dios, ahorrar una parte, y usar algo para ti. Debes entender que tu dinero es realmente de Dios, y que, si lo gastas en cosas malas, estarás usando el dinero de Dios de una manera equivocada. Además, necesitas aprender que, incluso cuando puedas ir a la tienda cada semana, esto no significa que debes comprar algo para ti siempre.
Jesús enseñó mucho sobre el dinero; ¡aprende de Él temprano en la vida y no tendrás problemas con el dinero!
Derechos © 2018 por www.ebherencia.org. Publicado originalmente en Familia Cristiana, 2[4]:14-15.