Tu Posesión Más Grande
Ir al cielo debería ser nuestra meta más grande en la vida. Como cristianos, nuestras vidas deberían reflejar esta meta. La Biblia describe el cielo como el mejor lugar. A la vez, la posesión más grande que cualquier persona puede tener es algo que tú ya tienes. Realmente, es algo que incluso poseías antes de nacer (cuando estabas en el vientre de tu madre). Ninguno de tus padres terrenales te dio esto, sino solamente tu Padre celestial. ¿Cuál es esa posesión que tenías antes de tu nacimiento y que Dios te dio? La respuesta es: tu alma inmortal.
La raza humana es extremadamente única en muchos aspectos, pero lo más importante y precioso es la marca espiritual de Dios: nuestras almas. Sabemos que somos la creación especial de Dios, incluso desde el vientre de nuestras madres. Isaías escribió de parte de Dios: “Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará” (44:2). Los cuerpos que vemos cada día, a los cuales dedicamos mucho tiempo de cuidado, un día pasarán y regresarán al polvo. Pero nuestras almas no pasarán como nuestros cuerpos físicos, sino vivirán y volverán “a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7).
Como seres humanos, también somos únicos en comparación al reino animal que Dios ha creado. Dios nos hizo superiores a todos los animales. La Escritura en ningún lugar dice que un animal fue creado a la imagen de Dios o que tiene un alma inmortal. Se dio a los humanos autoridad sobre los animales, y se les dio permiso de matar a los animales para su consumo (Génesis 9:3). Sin embargo, Dios clarificó que los humanos no deben matar a otros humanos (Génesis 9:6). ¿Por qué podemos matar a los animales, pero no a los humanos? La razón es que los animales no fueron creados a la imagen de Dios. El hombre es hecho a la imagen de Dios, e incluso se le describe como “linaje de Dios” (Hechos 17:29).
Aunque todos los seres humanos en la Tierra poseen este don extraordinario de Dios, no todos irán al cielo (Mateo 7:13-14). Dios no quiere que ninguno se pierda, sino que todos estén con Él en el cielo (2 Pedro 3:9). Sin embargo, Dios no toma esa decisión por nosotros. Nos ha dado la elección de obedecerle y tener salvación, o voltear y permanecer en perdición. El destino de cada alma depende de la elección personal.
Derechos en español © 2015 por www.ebherencia.org. Traducción por Moisés Pinedo. Título original en inglés, “Your Greatest Possession”, en Discovery, 22[10]:77.