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Lección 9: La Mujer en el Pozo

Lección 9: La Mujer en el Pozo

Referencia Bíblica: Juan 4:5-42
Versículo de Memoria: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).

¿Qué haces usualmente cuando tienes sed? Yo busco un vaso, pongo algo de hielo de la refrigeradora y abro la llave del grifo de agua. ¡Ah… Refrescante! En el tiempo de Jesús (hace algo de 2,000 años atrás), esto no era tan sencillo. La gente no tenía tuberías en sus casas, así que debía ir a sacar agua de un pozo. Un pozo es un hoyo que se cava profundamente en la tierra con el fin de encontrar agua.

Una vez Jesús estaba viajando a Galilea, y pasó por Samaria. Allí Se detuvo a descansar cerca de un pozo. Una mujer de Samaria (la Biblia no nos dice su nombre) vino a sacar agua, y Jesús le pidió que Le diera un poco de beber. ¿Qué hicieras si Jesús te pidiera eso? Bueno, la mujer se sorprendió que Jesús le pidiera de beber. ¿Por qué? Porque Jesús era judío, y los judíos y samaritanos no se llevaban bien.

El odio entre ellos tenía una historia larga. A los judíos no les agradaba los samaritanos ya que ellos eran una raza mezclada con prácticas religiosas mezcladas—sus antepasados israelitas se habían casado con personas de otros pueblos y habían adoptado parte de sus prácticas religiosas. Por ende, los judíos creían que los samaritanos no tenían derecho de llegar a Dios en absoluto. El desagrado era mutuo, así que era una sorpresa que Jesús estuviera conversando con esta mujer (Juan 4:27).

Jesús necesitaba agua del pozo para calmar Su sed física, pero la mujer necesitaba el agua viva para calmar su sed espiritual y recibir la vida eterna. Solamente Jesús podía darle esta agua (Juan 4:10; Apocalipsis 21:6). La mujer no entendió en un principio lo que Jesús quería decirle, ni tampoco sabía Quién realmente era Jesús. Jesús le ayudó a entender que Él era capaz de satisfacer su necesidad espiritual y que era el Hijo de Dios al revelarle algunas cosas que solamente Dios podía saber en cuanto a ella (Juan 4:16-18).

La mujer había pecado, y necesitaba creer en Jesús y cambiar su vida para poder recibir el agua viva que Jesús ofrecía. Ella creía que el Salvador vendría, y adoraba según las tradiciones de sus antepasados, pero eso no era suficiente; ella debía llegar a ser una verdadera adoradora—alguien que adora a Dios con sinceridad y santidad, y según la verdad de la Palabra de Dios (Juan 4:23-24).

Jesús ofreció oportunidad de salvación a esta mujer a pesar de sus pecados pasados profundos, y a pesar de la enemistad que existía entre judíos y samaritanos. Otros samaritanos también llegaron donde Jesús y tuvieron la oportunidad de creer en Él. Con esto, Jesús demostró que Dios no hace acepción de personas (Romanos 2:11). En realidad, para Dios no es importante si alguien es judío o no, blanco u oscuro, varón o mujer, hispano o europeo. Para Él, lo importante es que el hombre Le adore en espíritu y en verdad.

Preguntas

  1. Los judíos evitaban pasar por Samaria. ¿Por qué crees que Jesús decidió hacerlo?
  2. ¿Crees que es correcto despreciar a otros por ser de otras razas? ¿Por qué?
  3. Jesús usó el agua como una ilustración de la salvación. ¿Por qué crees que usó el agua?
  4. ¿Por qué crees que es importante el espíritu (la sinceridad) en la adoración?
  5. ¿Por qué crees que es importante la verdad (de la Palabra) en la adoración a Dios?
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